Es de valorarse el hecho de que él solo, sin la presencia del presidente Enrique Peña Nieto, salió al paso de inmediato ante esas contingencias naturales, y como pudo proporcionó apoyo material y moral a los damnificados. El mandatario federal, en cambio, sí acudió horas después de suscitados las lluvias y los temblores devastadores a otros estados, y hasta este fin de semana vino a Guerrero, a Taxco concretamente. Ya Astudillo había dados varias vueltas a los afectados. A Atenango del Río ha ido cuatro veces.
A pesar de todos los pesares, sorteando tormentas de todo tipo en un mar embravecido, Guerrero va saliendo. Avanza, a ratos con dificultades, a ratos entre incomprensiones e insatisfacciones, e incluso entre ciertas descalificaciones que parece que no tienen otro tinte que electorero, con miras a 2018, y sin embargo, no hay parálisis.
En lo político, los problemas han amainado evidentemente. Se ve la mano experimentada del secretario general de Gobierno, Florencio Salazar Adame. Sin estridencias, sin buscar reflectores, resuelve problemas de su ámbito de acción.
En materia de finanzas, se ha impuesto orden y disciplina para hacer rendir el presupuesto y mantener caminando los programas y la maquinaria gubernamental.
Ha asumido una actitud de responsabilidad, y ahora tras las lluvias y los temblores, ha salido más a flote una sensibilidad social a todas luces. Tan pronto fue informado de la desgracia ocasionada por la caída de una roca en Taxco no dudó en ir en auxilio de los afectados de tal forma que inclusive llegó a ellos antes que sus familiares.
Sería lamentable que su trabajo pudiera ser afectado por la actitud de Marco Antonio Leyva Mena, presidente municipal de Chilpancingo. La gente comienza a voltear a ver al gobernador por el muladar en que tiene convertida a la capital del estado. Dice y dice: ya basta.
Aunque seguramente el titular del Ejecutivo estatal ha intervenido en el ámbito de su competencia para contribuir a resolver el problema de la basura, la ciudadanía reclama más mano del gobernador.
Lo ideal sería separar de inmediato del cargo a Leyva Mena, como miles y miles de vecinos lo exigen, pero posiblemente se ha de sopesar el hecho de si esto convendría políticamente al PRI.
Es el único presidente municipal que todavía no rinde su informe de gobierno, pues tiene previsto hacerlo el 19 de este mes, y también ha de ser el peor alcalde del país.
Urge meterle más mano a Chilpancingo, municipio en el que nació el hoy gobernador, y cuyo ayuntamiento nunca ha sido perdido por el PRI.
Habría que analizar la posibilidad de dar a Leyva Mena una salida usualmente llamada digna, con otro cargo inclusive en el que, en el momento dado, se le eche fuera antes de que pudiera ocurrírsele reelegirse en su actual puesto.
Falta aún mucho por hacer desde el gobierno de Astudillo, cierto, pero sin lugar a dudas hay una férrea voluntad de trabajar para hacer frente a los desafíos y remontar las adversidades. Hay mando y rumbo. Y eso no es cosa menor.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.