El revertir los efectos de la reforma para que el Estado mexicano recupere su empresa productiva petrolera y no se limite al entreguismo cómodo y antipatriótico es prioridad para el nuevo gobierno.
Si Fitch no toma en cuenta los esfuerzos por terminar con el robo de combustible y otros modos de corrupción más en Pemex, es más que absurdo. Lo que la calificadora sí conseguirá por medio de su revisión de nota es una deuda disponible para la paraestatal mexicana mucho más cara, al tener disponibles instrumentos con mayor tasa de interés y plazos menos amplios en sus obligaciones contraídas con el mercado de dinero con el exterior.
El gran capital internacional, por medio de sus muchos instrumentos, como lo son también las grandes empresas calificadoras, cuando no presiona, de plano castiga, y eso es precisamente lo que encierra la baja en la nota cuasisoberana a Pemex, que incluso pondría no lejos de un hipotético escenario de baja también en la calificación soberana de riesgo-país para México.
Es decir que si México no representa ya una extraordinaria posibilidad para los inversores de participar de la renta petrolera mediante el mercado de capitales, o sea directamente y en propiedad de nuevos yacimientos y otras actividades relacionadas y participando directamente de sus jugosas utilidades, los inversionistas tienen la oportunidad de exprimir a Pemex mediante el mercado de deuda, tomado sus bonos con ganancias que serán mucho mayores a las que serían sin dicho cambio en la calificación crediticia.
Las energías emanadas de los combustibles fósiles no están tan cerca de desaparecer, ni de ir menguando su potencial en cuanto a rentabilidad; de hecho, todo parece indicar que el mercado internacional de petróleo se encamina a un periodo de alza en los precios, y esto se puede observar en señales como la prisa de Estados Unidos por remover al actual gobierno de Venezuela, ya habiendo declarado a la prensa, cínicamente y sin ambages, la intención de las empresas energéticas gringas para producir y procesar el crudo venezolano.
La administración lopezobradorista no caerá en burdos chantajes y presiones de este tipo; simplemente continuará con el rescate de nuestra industria energética en general, y petrolera en particular, y eso ya está en marcha y nada lo detiene, pero sí hay algo inevitable: el tigre o el buitre no se podían ir sin algo de la presa, con las garras vacías y sin dar un zarpazo, y esto es, precisamente, lo que supone la baja en la calificación crediticia a Pemex por Fitch. n