Explicó que en España existen programas que contribuyen a que personas con este síndrome se independicen de sus padres, los cuales requieren de entrenamiento para que se acostumbren a su nueva cotidianeidad, desde cumplir con un trabajo asignado en el horario adecuado, a no gastar todo su dinero, a utilizar el transporte público y adquirir responsabilidades, no solamente en labores, sino en su casa, en detalles como apagar la estufa, cerrar todas las llaves, entre otras.
Subrayó que en las labores de inclusión es básico el apoyo familiar, con el objeto de lograr un impacto social a través del entendimiento y dar su valor a la diversidad de los seres humanos.
Para ello, Flores Arizmendi enfatizó que el cerebro debe mantenerse activo, a través de terapias de lenguaje, estimulación y aprendizaje.
Sentenció que “no hay milagros en el desarrollo de personas con síndrome de Down, hay trabajo arduo y continuo”.
En el caso de México, explicó que hay poco personal preparado, y los estudiantes con síndrome de Down apenas comienzan a ser incluidos en aulas con niños regulares.
Subrayó que ello representa un beneficio mutuo, pues profesores deben prepararse más, y ayuda a los niños a ser más receptivos, tolerantes y respetuosos, pero a ello, el personal docente debe estar mejor capacitado.
Consideró que el modelo educativo de la Secretaría de Educación Pública tiene prevista la inclusión en uno de sus ejes, pero previó que será complicado implementarlo de aquí a 2037, pues cada cambio de gobierno se presentan modificaciones a los planes de estudio.
Este sábado concluyó el segundo Congreso Nacional de Discapacidad Intelectual y Síndrome de Down, en el Centro Internacional Acapulco, con la participación de ponentes nacionales y extranjeros, y más de 600 padres de familia, jóvenes y docentes.